Empezaré diciendo que estoy loca, que no sé qué es lo que estoy haciendo o hacia donde iré con todo esto, pero vivir cuerdo igual es muy aburrido.
¿Sabes qué es más loco aún?
Este sentir, este querer que no deja en el olvido el pasado pero tampoco se aferra a el. Es de locos que después de tantos años, aún me siga sintiendo como aquella niña que se perdía en tus ojos y se moría de los nervios cada vez que te iba a ver, porque es ahí, en tu mirada donde estoy colgada y no me puedo desprender.
Y se me hace chiquito el corazón cada vez que te pienso como si sólo quisiera tener espacio para ti, y no darle cabida a nadie más, que si es de egoísmo, mis manos también saben muy bien de eso.
Tal vez escribimos páginas diferentes y construimos otros puentes, pero no nos cansamos de decir adiós y devolvernos una última mirada. Entonces no sé qué es esto, ¿qué pretendemos? ¿...o soy sólo yo? Por qué no puedo dejar de desear cada noche que al mirar la luna, tú también la estés mirando en ese preciso instante y que cada sorbo de café sean tus labios que me estén besando. Y no me importa lo que piense ni diga el resto, porque cuando estamos juntos todo lo demás sobra, así como las palabras y la ropa. Quizás tenga muchos rollos en la cabeza y obvio en el corazón, sí, pero al fin y al cabo, todavía siempre cabes tú.