lunes, 10 de noviembre de 2014

Mí misma.



-Las apariencias engañan-, 
fue lo que dije cuando te vi. 

Las manos también saben de eso, 

saben cómo destruirnos de puño y letra.


Tenemos que hablar.


No quiero preguntarte cómo te sientes porque me sé todas tus respuestas, sé lo que callas y lo que guardas. Aparentas ser feliz con lo que tienes, como si nada ha pasado, como si tus sentimientos estuviesen intactos, como si nada te afectara, ¿Cómo lo haces?, ¿Cómo logras engañarte a ti misma fingiendo ser alguien que no eres?


Te sientes a gusto creyendo que sólo entrelazando tus dedos con los de él has descubierto otro mundo porque han sabido cómo encontrarte, cómo palparte, cómo hacerte; pero quizá es sólo una ilusión y no son sus cálidas manos ni él, eres tú inventándote un falso amor. 
Construiste sola un puente que no daba paso a nada, y aún sabiéndolo quisiste continuar, porque tenías las esperanzas hechas, y las expectativas entre las nubes. Te inventaste a alguien tímido pero desinteresado, atractivo pero falso, único pero igual a los demás, respetuoso pero no consigo mismo, romántico de vez en cuando pero locuaz, misterioso pero predecible.

Ahora sólo te tienes a ti y a mí escribiéndote esto. Nunca fue mi intención hacerte sentir mal, sólo debes saber que en algún momento tenías que abrir los ojos y de cualquier forma dolería.

Tómate un tiempo para sumergirte en ti; déjate construir por otras manos que no sean las mismas que te destruyeron más tarde, deja que te encuentren. No las busques, no las inventes. 




Todo acabó, pero no acabes contigo misma. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario