Era una tarde fría y sombría. Se podía sentir la tensión en el ambiente. Seguía esperando aquel mensaje. Sus manos estaban sudorosas y su pulso temblante. Por dentro estaba destrozada, sabía lo que pasaría. Apenas se le podía entender algo de lo que decía ya que las palabras le salían entrecortadas. Su mirada no era igual, su caminar no era igual, poco quedaba de ella. Un adiós marcaba olvido.
Él decidió partir al no saber cómo controlar la situación y continuar con esa ahora tormentosa relación.
—Yo venía embalada de un amor sin agujeros que se fue agrietando por su culpa.— Sollozaba.
Los días parecían pasar muy lento y ella se hundía cada vez más en sus pensamientos. "¿Qué fue lo que hizo que el vaso se derramara? ¿Cuál habrá sido la última estocada? ¿Dejó de quererme? ¿Se cansó de mi? ¿Dejé de importarle? ¿Consiguió a alguien mejor que yo? Esas eran las preguntas del millón causantes de su insomnio. No dejaba de cuestionarse, ya era parte de su rutina diaria.
En las manos de él depositó su destino. Siempre pensó que algo quedaba entre los dos, que en algún momento habría de volver, hasta que un día los vio pasar juntos de la mano, se les veía sonreír mucho... Ya había alguien más. No supo cómo tomarlo, le resultaba bastante difícil de digerir como un café amargo de nostálgicas esencias y en cada sorbo bebido recordaba sus besos, sus abrazos, sus sueños y fantasías.
Por un tiempo no dejó de perseguir su sombra, sabiendo que las razones para dejar de hacerlo eran un arsenal donde éstas se aglomeraban cada vez más. Estaba conturbada.Ya no sabía cuáles eran sus prioridades, no tenía sentido ético y moral.
La dignidad es tan noble que compensa las pérdidas que causa. El digno sufre, pero su dignidad lo consuela.
Frases como "Sólo ten paciencia, déjalo ir." "El mundo da vueltas y al final siempre es justo, vas a tener lo que te mereces, ya verás." "No sufras por lo que fue, sigue adelante que después de la tormenta sale el sol." Eran las frases que frecuentaban sus seres queridos y en vano pretendían consolarla.
Transcurrió el tiempo y fue cayendo en cuenta que todas esas frases tenían sentido. Por fin pudo desatar la venda que tenía atada a los ojos. Ninguno de los dos se merecían y las razones eran irrefutables. Aprendió la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.
—Los recuerdos caminarán en mi alma hasta perderse en la oscuridad. Brindaré por ti con la tétrica copa de la pesadumbre de aquella pócima de contrición y desconsuelo que me diste a probar y el tiempo con su paso inexorable ya crucificó. Así en otro lugar del tiempo y el espacio, volveré a comenzar.—
Ella sabía muy bien lo que valía y lo que merecía, un amor de esos que te llenan y desbordan el alma con un sentimiento tan puro como el agua. El inconveniente ahora no era el daño sino la huella que había dejado.
Se rehusaba a volver a sentir ese maldito sentimiento llamado amor, el cual daba por desconocido.
¿Si el amor es vida, por qué hay amores que matan? La idea de pasar nuevamente por lo mismo, enamorase sola, entregarse en cuerpo y alma y al final quedarse desamparada en un profundo y espeso mar color petróleo del que no sabría cómo salir, la descorazonaba.
Dominada por el miedo y la desconfianza.
¿Para qué repetir la misma historia si puedo empezar conmigo otra vez?